domingo, 6 de abril de 2008

John McCain: en colisión directa con Rusia


John McCain: acumulando energías contra Rusia

Candidato presidencial John McCain: El fin de las sutilezas diplomáticas Ruso-Americanas


Moscow News, 03-04-2008

Artículo Original


Lo que el presidente guarda para sí mismo, el candidato lo revela. Innecesario decirlo, si eligen a John McCain como presidente, no dirá lo que dijo al Consejo de Asuntos Internacionales de Los Ángeles.

No sería apropiado para un presidente de EE.UU. repetir que el G8 debería “expulsar a Rusia,” o hablar sobre la necesidad de “tratar los peligros planteados por una Rusia revanchista.”

George W. Bush también criticó a Rusia antes de las elecciones de 2000, e incluso en los primeros meses de su presidencia. En verdad, cuando se dio cuenta que tendría que encontrarse con el presidente ruso, tuvo que aliviar el mal momento. Bush miró en los ojos de Vladimir y fue "capaz de comprender su alma,” lo cual contó al mundo, y, por supuesto, a sus propios votantes, a quienes vehementemente había estado intentando persuadir de lo contrario varios meses antes.

El Senador McCain también tendrá que aparecerse con un cuento agradable sobre su repentina recuperación de entendimiento, si consigue ser electo. Pero esto no es tan importante. Incluso ni siquiera importa si McCain o un candidato demócrata es electo. Sus observaciones críticas sobre Rusia tienen dimensiones tácticas y estratégicas.

No es un accidente que sus duras críticas coincidieron con la declaración de Bush acerca de ir a Rusia a discutir relaciones bilaterales con el presidente saliente Vladimir Putin.

Tanto McCain como Bush son neo-Conservadores, que todavía están en control de la política exterior de EE.UU. A pesar de las diversas maneras de expresión, su filosofía de relaciones con Rusia es bastante similar - el objetivo principal es debilitar a Rusia o por lo menos disuadirla (pero los rusos no deberían sufrir de megalomanía - los dirigentes políticos americanos están mucho más temerosos de China).

Al parecer, ambas declaraciones constituyen un paso tácticamente lógico - sellar en el nivel más alto la inevitabilidad del despliegue de una tercer área de posicionamiento de ABM (Misiles Anti-Balísticos) en Europa.

Bush dijo que piensa que mucha gente en Europa darían un suspiro de alivio si alcanzan un acuerdo sobre defensa misilística, y expresó la esperanza de que sería alcanzado. Está claro en qué términos Bush va a alcanzar el acuerdo. Esto suena bastante agradable cuando se compara con McCain: “Más que tolerar el chantaje nuclear o los ataques cibernéticos de Rusia, las naciones occidentales deberían dejar en claro que la solidaridad de la OTAN, desde el Báltico al Mar Negro, es indivisible y que las puertas de la organización siguen estando abiertas a todas las democracias comprometidas con la defensa de la libertad.”

Lo esencial de este truco es simple. Al Kremlin se le da una opción - llegar a un acuerdo con Bush, o tendrá que tratar con McCain después. Bush dijo francamente que va a discutir cierto “acuerdo estratégico” con Putin en Sochi. Los estrategas americanos están empujando a sus colegas rusos para lograr un acuerdo con Bush de modo que pudieran evitar una situación donde McCain pudiera rechazar hablar por completo.

Incidentalmente, en el mismo discurso McCain no sólo prometió rechazar a Moscú sino también hacerse amigo de Beijing. Es difícil creer en la sinceridad de esta amistad. Su discurso apunta a hacer que Rusia se sienta amenazada. Esta es una situación de policía-bueno-policía-malo.

Los americanos jugaron una vez este juego cuando discutieron los ABM con Rusia en los '90 y principios de 2000. La saliente administración Clinton sugirió enmiendas al tratado ABM, y quiso desplegar misiles interceptores en Alaska, y los republicanos, que estaban a punto de ocupar la Casa Blanca, quisieron cancelar este tratado. Consecuentemente, el tratado ABM dejó de existir.

Ahora los americanos están criticando a los rusos por no hacer concesiones - si hubieran estado de acuerdo con las enmiendas en Alaska, el problema del despliegue de ABM en Polonia y la República Checa no habría existido.

Hoy se pide a los rusos que lo piensen de nuevo. Quizá, ¿es mejor aceptar este despliegue que ver un radar en Kirguizstán e interceptores en Georgia dentro de ocho años?

Ésto es lo esencial en las palabras de Bush interpretadas con el cantar mágico de McCain. A pesar de sus dimensiones estratégicas, éste sigue siendo un aspecto táctico.

La franqueza de McCain es estratégica de hecho. Ésta es la quintaesencia de las opiniones de Washington sobre las relaciones con Rusia. Los expertos no encubren este hecho. Es suficiente con escuchar a Richard Holbrooke, que aconseja a Hillary Clinton, o a Zbigniew Brzezinski, que está tratando de encubrir su implicación con el equipo de Barack Obama. Son demócratas pero piensan igual que el republicano McCain respecto a Rusia (una asunto marginal para los votantes americanos), aunque discutan amargamente en otros temas, como asistencia médica, aborto, retiro de tropas de Iraq o el derecho a llevar armas de mano.

Incluso las declaraciones públicas difieren sólo en el grado de criticismo hacia el Kremlin. Ningún candidato ha dicho, “no deberíamos tener miedo de Rusia. Es nuestro socio, casi un aliado“. Solamente los presidentes hablan así en conferencias de prensa conjuntas con sus contrapartes rusas. Pero consecuentemente, estas palabras pueden ser un detalle del protocolo. Los interceptores de misiles serán traídos a Polonia en cualquier caso - pero bajo los demócratas, esto será hecho más lentamente, con discusiones más sofisticadas, y menos resolución.

Pero ¿cuál es la diferencia entre el demócrata Bill Clinton, que comenzó el bombardeo de Yugoslavia en violación de la carta de la O.N.U, y George Bush, que hizo lo mismo en Iraq? ¿Quién es mejor para nosotros - Madeleine Albright, que dijo que los interceptores de misiles en Alaska apuntaban a Corea del Norte más que a Rusia, o Condoleezza Rice, que apoya la misma idea pero respecto a Polonia e Irán?

La victoria de McCain en las elecciones presidenciales haría escalar las tensiones entre Moscú y Washington. Pero con todas sus desventajas, no quedarían más ilusiones. Todo estaría claramente definido, y no oiremos ambiguas y encantadoras sutilezas diplomáticas.

La cuestión de la continuidad en la política exterior de EE.UU. hacia Rusia se resuelve mucho más simplemente que la de Rusia hacia EE.UU. Las palabras pueden diferir, pero las acciones son tomadas en la misma y única dirección. ¿Cuál es el mal menor - una opción republicana o demócrata? Ambos son igualmente malos.