domingo, 15 de abril de 2007

¿La Guerra al Terrorismo o un Manotazo de Ahogado?

Si pensamos que la estrategia de poner un pie en Medio Oriente le serviría a EE.UU para intentar detener, o al menos, amortiguar la inevitable caída del dólar, no sería descabellado pensar, como afirman incluso ex funcionarios de alto nivel y académicos estadounidenses, que incluso lo acontecido en 9/11 sería también un fraude de enormes proporciones. Algo de gran impacto en la opinión pública que justificara tener superpoderes y permitiera que ocurriera todo lo que vino después. Más de uno piensa seriamente que Al-Qaeda es un falso grupo terrorista manejado en las sombras por la misma CIA. Recordemos, si el gobierno cree que el desastre del dólar y de los mismos EE.UU habrá de ser enorme, justificará cualquier acción igual de enorme sin importar el costo ...
"La Guerra al Terrorismo se asemeja a un fraude"
por John Gleeson
13-4-2007 WinnipegSun Canadá.
Contrariamente a los "patriotas" que tratan de usar la muerte de nuestros soldados en Afganistán para contener el debate acerca del involucramiento de Canadá en la Guerra al Terrorismo, yo diría que al presentarse nueva evidencia por sí misma, nosotros seríamos cobardes efectivamente si la ignoramos simplemente porque hemos perdido tropas en el campo de batalla y estamos por ende ciegamente comprometidos con la misión. Una nueva evidencia se junta a nuestro alrededor, quizás suficientemente fuerte para declarar que toda la Guerra al Terrorismo es un fraude innegable. Virtualmente ignorado por los principales medios, los estadounidenses mostraron su mano este año con la nueva ley iraquí del petróleo, ahora haciéndose camino a través del Parlamento de Iraq. La ley - contra la que decenas de miles de iraquiés marcharon en contra pacíficamente el Lunes cuando pidieron por la expulsión inmediata de las fuerzas de EE.UU - transferiría el control de una de las mayores reservas de petróleo del planeta de Bagdad a Big Oil, entregando finalmente el "premio" del que el Vicepresidente Dick Cheney habló en 1999 cuando era CEO de Halliburton. "El punto clave de la ley", escribió James Ridgeway corresponsal de Washington el 1° de Marzo, "es que la inmensa riqueza petrolera de Iraq (115 mil millones de barriles de reservas verificadas, tercera en el mundo después de Arabia Saudita e Irán) estará bajo la férrea mano de un difuso "Consejo Federal de Gas y Petróleo" presumiendo de un panel de expertos petroleros de dentro y fuera de Iraq. Eso no es nada menos que ejecutivos de la predominantemente estadounidense Big Oil. "La ley no representa otra cosa que el pillaje y el saqueo institucionalizados de la riqueza petrolera iraquí. Representa el toque fúnebre de los recursos iraquíes nacionalizados, ahora reemplazados por acuerdos accionarios, que se traducen en una privatización salvaje y en monstruosas tasas de ganancia superiores al 75% para Big Oil.
Sesenta y cinco de los casi ochenta yacimientos petrolíferos ya conocidos serán ofrecidos a Big Oil para que los explote. "Mientras los EE.UU argumentan que el acuerdo petrolero dará a los iraquíes su pasaje directo a "la libertad y a la estabilidad", el Comité Internacional de la Cruz Roja reportó esta semana que millones de iraquíes están en una situación "desastrosa" que continúa deteriorándose, con "madres rogando a alguien que levante los cadáveres que atestan las calles para que sus hijos se ahorren el horror de verlos en su camino a la escuela". Cuatro años después de la invasión, se está haciendo bastante claro que Iraq ha sido "pacificado" solamente con el propósito de una agresión económica. Las consideraciones humanas son discutibles. La horrible situación del millón de cristianos de Iraq, que no tienen lugar en el nuevo Iraq, pone de relieve esta amarga verdad. Afganistán, mientras tanto, ha otorgado a los EE.UU una cabeza de playa estratégica en Asia Central (la que pedían aquellos que abogaban por la "Supremacía Americana" en los '90) y se informó tranquilamente en Noviembre que se aceleraban los planes para un gasoducto de u$s 3.3 mil millones "para ayudar a Afganistán a convertirse en un puente energético en la región".
Con muchos estadounidenses (incluyendo académicos y ex funcionarios de alto nivel del gobierno de EE.UU) que ahora cuestionan incluso los hechos físicos de 9/11 y seriamente disputan el origen "Islámico militante", con los medios de prensa más descerebrados de lo que lo han sido toda la vida, ahora no es tiempo de patrioterismo y fe ciega a la manera de Cheney, George W. Bush y Robert Gates.