lunes, 18 de agosto de 2008

El dólar: un mundo de ilusiones


La Ilusión del Dólar Fuerte

por Peter Schiff

15-8-08 EuroPacific Capital
Los economistas que ahora ven los problemas americanos difundiéndose alrededor del mundo están prediciendo que los bancos centrales extranjeros ignorarán la amenaza de la inflación acumulativa y seguirán el camino de recortar tasas de la FED. Asimismo, sostienen que como el bajón comenzó aquí, la recuperación de los EE.UU probablemente estará en camino mientras el resto del mundo todavía se desacelera. Estas hipótesis han provocado una corrida hacia el dólar, una liquidación en el oro, en las materias primas y las acciones extranjeras, y han arrojado dudas sobre la capacidad de las economías extranjeras para “desacoplarse” de los Estados Unidos. Los inversores no deberían morder el anzuelo.

Los Estados Unidos en efecto constituyen una amenaza global, pero no por las razones que estos economistas suponen. Las economías extranjeras sufren no porque los estadounidenses han disminuido su voraz gasto, sino porque están incumpliendo con cientos de miles de millones de dólares de préstamos existentes avalados por prestamistas de todo el mundo.

El saber convencional dice que las economías extranjeras dependen de los estadounidenses para que compren sus exportaciones. Esto es falso. La expansión mundial de la última década ha creado nueva demanda en todas partes, y las personas y negocios de todos los rincones del mundo están gastando. Sin embargo, en EE.UU, el gasto ha sido logrado en gran medida a través de un masivo esquema de financiación de parte de los vendedores. El crédito proporcionado en el exterior ha permitido a los estadounidenses que continuaran comprando, aún cuando los ingresos y ahorros estadounidenses han caído. Como este crédito resulta incobrable, las pérdidas están aterrizando en las últimas líneas de las empresas financieras extranjeras. En otras palabras, el dolor mundial no es resultado de la contracción estadounidense sino de haber financiado nuestra expansión anterior. Esto es una distinción fundamental que pocos han sido capaces de hacer, y es vital para apreciar el desacoplamiento que ya ha ocurrido debajo de la superficie.

Las pérdidas actuales, que ahora están sufriendo los bancos en Europa y Asia, son reales, pero las futuras pérdidas pueden evitarse suspendiendo futuros préstamos a los norteamericanos. Cerrando este crédito torpedeará por supuesto al dólar, pero eso es precisamente lo que debe ocurrir. Permitiendo al dólar caer a su nivel natural, no apuntalado, no sólo el furgón de cola estadounidense se desacoplará del jugoso tren global, sino que el resto de los automóviles se moverá por los carriles mucho más rápido. Ausentes los Estados Unidos, aún habrá multitud de consumidores que comprarán lo que se produce y multitud de oportunidades de inversión para aquellos con ahorros. Más que arrastrar la economía mundial hacia abajo, tal acontecimiento en realidad la desamarraría.

Por otra parte, librada a sus propios medios, la economía estadounidense implosionará. Habrá menos productos para que los consumidores estadounidenses compren y muy pocos ahorros para que alguien tome en préstamo.

Algunos tontamente creen que muchos de los problemas del mundo son resultado de la debilidad del dólar, y que impulsar el dólar hacia arriba sería bueno para todos. Por ejemplo, como el dólar débil está contribuyendo al incremento del precio del petróleo, un dólar más fuerte debería ayudar a bajar los precios. Sin embargo, si los gobiernos extranjeros debilitan sus propias monedas para impulsar el dólar hacia arriba, tendrán simplemente éxito en bajar los precios del petróleo para los estadounidenses. Los precios del petróleo subirán para sus propios ciudadanos. Esto no puede ser un negocio atractivo para ningún líder político europeo o asiático.

El dólar débil es simplemente una manifestación de importantes problemas estructurales subyacentes a la economía estadounidense. Por desgracia para nosotros, la solución a estos problemas, así como para los desequilibrios económicos mundiales, sólo puede encontrarse en un dólar más débil. Los esfuerzos para sostener artificialmente el dólar alto sólo exhacerbarán estos desequilibrios y harán su última caída mucho más grave.