miércoles, 14 de mayo de 2008

Historia del Poder Financiero Mundial 3/4


Tiempos Extraordinarios, Colapso Intencional y el derribamiento de los EE.UU

por Richard C. Cook, Global Reasearch, 30-4-08

3° Parte de 4

Artículo Original Completo en inglés

Cómo fue hecho

Mientras que la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa todavía estaban a algunos años a futuro, los financistas internacionales reservadamente tomaron control del sistema económico de los EE.UU. en 1913 a través de la Ley de la Reserva Federal y la Décimosexta Enmienda a la Constitución que estipulaba el impuesto federal sobre la renta. El propósito de este impuesto era el de utilizar las ganancias de los ciudadanos para pagar el interés de la deuda nacional “financiada”. Como con la deuda debida por el pueblo británico al Banco de Inglaterra, ésta sería una tan grande que lo principal nunca podría saldarse.

Rusia fue aliada de Gran Bretaña y Francia durante la Primera Guerra Mundial (1914-18). Pero la guerra contra Alemania y Austria-Hungría había alcanzado un estancamiento hasta que la marea fue revertida por la entrada de los EE.UU. del lado de los aliados. La lucha en el frente oriental entre Alemania y Rusia fue salvaje. Para finales de la guerra la revolución rusa estalló, y, después de una guerra civil terrible, la Unión Soviética entró en existencia.

Fue la prensa controlada por los financistas la que acicateó al presidente Woodrow Wilson para hacer ingresar a la nación en la Primera Guerra Mundial del lado de Inglaterra y Francia. Pero era también parte del plan de los financistas el cambiar el aparente punto focal de su poder financiero de Londres a Nueva York. Esto fue hecho a través del financiamiento de la guerra por préstamos hechos a los combatientes europeos por parte de los bancos de Nueva York.

Parecía estar de acuerdo con un plan delineado décadas antes por Cecil Rhodes, por medio del cual los EE.UU. no sólo serían “recuperados” para el Imperio británico, sino que parecería haberse convertido en el socio mayor en la empresa. Para comienzos de los años 20, este objetivo había sido cumplido. Los contribuyentes alemanes, ingleses, franceses, y otros europeos estaban todos profundamente en deuda con los bancos de los EE.UU. por los costos de la guerra.

También durante los años de guerra los financistas habían asegurado la emisión de la Declaración de Balfour que señalaba el apoyo británico para el establecimiento de un estado Sionista en Palestina. La declaración 1917 fue hecha en una carta de Arthur James Balfour, Ministro de Asuntos Exteriores británico, a Walter Rothschild, segundo barón Rothschild, para ser transmitida a la Federación Sionista.

Durante y después de la Primera Guerra Mundial, el poder financiero mundial se desplazó a los bancos de Nueva York a través de los cuales, sin embargo, sería la élite con sede en Londres la que ejercería el control de hecho. Puede decirse también que comenzando con la entrada de los EE.UU. en la Primera Guerra Mundial, una vez que uno mira más allá de los lemas patrióticos, los EE.UU., su vasta productividad, y la sangre de su población han sido utilizados en hacer de este país el guardián militar mundial de la dominación financiera internacional.

La Segunda Guerra Mundial se convirtió en el medio de consolidar el control financiero. Antes de ello, durante los años de la Gran Depresión, Rusia - también conocida como Unión Soviética - y los EE.UU. se estaban deslizando fuera del apriete. Stalin había demostrado sus tendencias “Bonapartistas” favoreciendo al “socialismo en un país”, así como por sus purgas mortales de la facción financieramente controlada de los Trotskistas y de su acercamiento impactante a Hitler en 1939 que pareció frustar el intento de los financistas para que la Alemania nazi y los soviéticos se enfrentaran entre sí.

En los EE.UU., el presidente Franklin Roosevelt había tomado medidas durante la Gran Depresión para reconstruir la economía de los EE.UU. ejerciendo un desacostumbrado grado de control sobre el sistema de la Reserva Federal y proporcionando créditos con bajas tasas de interés a los dueños de casas, granjeros, y hombres de negocios. Esto hizo que Roosevelt pareciera ante muchos americanos ricos como “un traidor a su clase.”

Roosevelt vio que una economía doméstica sana e independiente económicamente era esencial para el bienestar de una nación soberana. Pero en vez de buscar maneras de crear un sistema monetario basado en la productividad de la economía, como Lincoln lo había hecho con los Greenbacks durante la Guerra civil, Roosevelt dejó intacto el sistema basado en la deuda supervisado por la Reserva Federal. Agregó a este sistema la idea keynesiana del gasto gubernamental deficitario para que las obras públicas crearan empleo. Esto era esencialmente un sistema por el cual el gobierno intentaría pagar sus deudas engendrando inflación, una política que ha continuado hasta hoy.

Pero la Segunda Guerra Mundial frustró incluso estos agitamientos de nacionalismo en ambos países. Tanto en la Unión Soviética como en los EE.UU., los financistas accionaron las palancas de la deuda para construir masivas máquinas de guerra. También trabajaban a través de los bancos occidentales, incluyendo a los Brown Brothers Harriman en Nueva York, para alcanzar los mismos fines en la Alemania nazi. Eventualmente Hitler invadió a la Unión Soviética, y los EE.UU. se incorporaron a la guerra. Tanto durante como después de la guerra, los operarios de la élite financiera internacional centrada en Londres eran el eje de una matriz mundial de espionaje, asesinato, terrorismo, espionaje industrial, operaciones psicológicas, manipulación de los medios y control monetario. Este financiamiento incluyó la fundación de Israel como puesto de avanzada occidental en Medio Oriente en 1948.

A pesar de la creación de una apariencia de conflicto entre Occidente y la Unión Soviética a través de la Guerra Fría, los financistas continuaron trabajando en ambos lados de la cerca a través de sus operarios con base en Londres. En los EE.UU. crearon el moderno estado de seguridad nacional tanto con la Agencia de Seguridad Nacional como con la CIA firmemente bajo su control. Entonces, después de que el presidente John F. Kennedy se movilizara para prevenir el conflicto neocolonialista de Vietnam y para substituir la Reserva Federal por un sistema estadounidense de moneda del Tesoro respaldada en plata, fue asesinado en la Dealey Plaza de Dallas el 22 de noviembre de 1963.

A cargo de convencer al público de que la Comisión Warren estaba en lo correcto al concluir que Lee Harvey Oswald mató a Kennedy, supuestamente un pistolero loco solitario, estaban las figuras asociadas a la élite financiera del New York Times, el Washington Post, y la Academia de Leyes de Yale. (Véase el Encubrimiento del asesinato de Kennedy revisado por Donald Gibson, 2005.) Pero en 1979, un informe del Comité Selecto sobre Asesinatos de la Cámara de Representantes indicó que Kennedy fue asesinado por una “probable conspiración.”

Ha sido profusamente documentado que desde la Segunda Guerra Mundial las agencias occidentales de inteligencia, todas con lazos cercanos con el mundo financiero, particularmente con los bancos de inversión de Nueva York y Londres, han sido responsables de engendrar guerras, revoluciones y caos en países de todo el mundo, causando la muerte de millones de personas en Asia, África, América latina y el Sudeste de Europa.

Mientras tanto, la industria armamentística mundial, también bajo control financiero, ha producido el arsenal más grande de armas de destrucción masiva jamás visto. Después de que asesinaran a Kennedy, los EE.UU. se movilizaron para armar a Israel como la principal potencia militar de la región. Hoy en día las armas nucleares han proliferado, con Israel, Paquistán, y la India convirtiéndose en potencias nucleares además de los EE.UU., Rusia, Gran Bretaña, China y Francia.

Pero la guerra y las armas cuestan dinero, y para finales de los años sesenta la guerra de Vietnam hundía a los EE.UU. aún más profundo en la deuda. La máquina de guerra de los EE.UU. iba a ser la herramienta principal para la aplicación financista de su plan de dominación mundial, pero la nación estaba quebrando. El problema se hizo peor debido a los pesados gastos federales para los pobres y ancianos con programas tales como Medicare y Medicaid.

Pero el Secretario de Estado del presidente Richard Nixon, Henry Kissinger, tenía un plan. El gobierno resolvió un arreglo por el cual Arabia Saudita y otras naciones de la OPEP aumentarían gradualmente el precio del petróleo, con los beneficios siendo utilizados por las naciones productoras de petróleo para comprar títulos de deuda del Tesoro de los EE.UU. Para 1980 el costo del petróleo escaló desde cerca de u$s 3.50 por barril hasta u$s 39.50.

El aumento drástico del precio de la gasolina en los surtidores actuó como un impuesto de facto sobre la economía de los EE.UU. Pero el plan funcionó. El “petrodólar” y la “hegemonía del dólar” habían nacido, con el dólar convirtiéndose en la moneda de reserva mundial. Los dólares podían inundar el mundo solamente porque en 1971 la administración Nixon había abandonado el vínculo del dólar con el oro como base para el intercambio internacional de monedas. Ahora las monedas flotaban libremente en los mercados mundiales con la especulación y la inflación desenfrenadas. Las economías del mundo no estaban más basadas en la producción, sino en la manipulación financiera. Era también el comienzo de la era del monetarismo, donde la Reserva Federal pensaba que podría regular la economía aumentando o bajando las tasas de interés.

El plan de Kissinger también hizo dependiente a los EE.UU. del petróleo de Medio Oriente y lo convirtió en el músculo detrás de la ambición de los financistas para que Israel dominara la región. Por lo que ahora los americanos, que habían liberado a Europa de los nazis, tenían que luchar y morir por los financistas en Medio Oriente. La conquista final de Iraq, comenzando en 2003, y la planeada guerra contra Irán son las últimas fases.

Mientras tanto, con el control de los financistas del sistema de la Reserva Federal de los EE.UU., la economía productora fue destrozada por la recesión de 1979-83 inducida por la Fed, donde las tasas de interés fueron subidas a lo más alto de la historia para combatir la inflación que los mismos financistas habían causado por los shocks en el precio del petróleo. Para entonces, como alguien alegó, el concepto polémico de “pico en la producción petrolera” - ya sea que haya existido realmente o no - fue utilizado como una pantalla para la manipulación financiera de los mercados del petróleo, limitando la producción para mantener los precios.

Para 1992, cuando Bill Clinton fue electo presidente, la economía productora de los EE.UU. había sido devastada por el cierre de fábricas y la exportación de empleos. El trabajo de arruinar la economía fue terminado por el abrazo de Clinton al NAFTA, que ha eliminado en gran parte a la agricultura familiar en favor del negocio agrícola controlado por los financistas en los EE.UU., Canadá, y México. La desregulación de la industria financiera comenzó en serio durante los años de Reagan a partir de 1981-89 y se aceleró bajo los de Clinton.

Para entonces, la economía de los EE.UU. fue mantenida aflote solamente a través de las burbujas financieras que permitieron que la compra de bienes de consumo ocurriera con más deuda de familia y del hogar. Tuvimos la burbuja de la fusión-adquisición de los años 80, seguida por la recesión de George H.W. Bush que llevó a elección de Clinton en 1992. Durante los años 90 tuvimos la burbuja de las punto.com alimentada por la inversión extranjera. Los impuestos a las ganancias de capital sobre los precios inflados de las acciones y los fondos fiduciarios contantes como la Seguridad Social como activos presupuestarios permitieron a Clinton balancear el presupuesto federal en los últimos tres años de su presidencia.

Pero la burbuja de las punto.com también estalló con la pérdida de u$s 7 billones de riqueza con el desplome de 2000-2001. Luego vinieron las burbujas de Bush - en la vivienda, los fondos patrimoniales, la propiedad inmobiliaria comercial y los fondos de cobertura que se han estado desinflando mientras amenazan con destruir conjuntamente la viabilidad económica de lo que fuera una vez la democracia industrial más grande del mundo.

Después de esto, la única burbuja que queda para una economía que parece entrar en una depresión terminal puede ser la actual burbuja de combustible/alimento que podría resultar en el hambre de millones en todo el mundo. Ahora la ambición de muchos años de la élite financiera para la destrucción de la república americana puede que finalmente sea realizada - con mucha ayuda, por supuesto, de sus amigos americanos.

Continuará...