viernes, 3 de agosto de 2007

El Crash Financiero que se viene


Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Henry Paulson: el Crash Financiero que se viene necesita de una inmediata reforma monetaria.
por Richard C. Cook (fragmento)
Global Research, Julio 23, 2007
El secretario del Tesoro de los Estados Unidos Henry M. Paulson, Jr., se ha unido al coro de aquellos en altos cargos que están advirtiendo acerca de una importante caída económica mundial.
Paulson fue citado in extenso en un artículo del 23 de julio de 2007 en Fortune escrito por Rik Kirkland y titulado, "El Mayor Boom económico jamás visto: disfrútenlo mientras dure". Los comentarios de Paulson vinieron en el contexto de evaluar la habilidad de los mercados de capitales, hedge y de derivados altamente apalancados para soportar los shocks por venir. Contó a Fortune en una entrevista:
"No hemos tenido un shock financiero global desde 1998. Creo que estos grandes y dramáticos incrementos en los fondos privados de capital y en los mercados de derivados crediticios desde entonces han ayudado a manejar y dispersar el riesgo y a hacer más eficiente la economía. Cuando tengamos un shock - y es cuando, no 'si'; no es que yo sea negativo, es sólo que no vamos a desafiar a la gravedad económica - estaremos viendo por primera vez cómo algunos de estos instrumentos se comportan bajo presión."
El artículo de Fortune destaca que el destino de la economía global depende en gran medida de la habilidad del consumidor estadounidense para continuar comprando lo que el resto del mundo produce. Pero, como indica Fortune, los fundamentos económicos continúan moviéndose en la dirección equivocada.
El deficit de cuenta corriente de EE.UU., señalan, continúa hundiéndose, encaminándose hacia la marca de los u$s 900 mil millones, casi un nueve por ciento del PBI. La deuda de los hogares estadounidenses como porcentaje del ingreso personal se ha disparado hasta casi el treinta y cinco por ciento desde el año 2000. Mientras que los ingresos reales se estancan para la clase media norteamericana, los precios de las materias primas y de los activos están subiendo, con los precios de la gasolina a la cabeza y con el Goldman Sachs Commodity Index duplicándose desde el 2001. El financiamiento en el mundo de los negocios se está poniendo cada vez más inestable, con préstamos a compañias con calificaciones crediticios "basura" trepando desde menos de u$s 50 mil millones por año en 2001 hasta más de u$s 200 mil millones en 2006.
¿Qué están diciendo los políticos? Tanto el presidente George W. Bush como el vicepresidente Richard Cheney, quienes pueden estar esperando escapar en una pieza tras ocho años de malas prácticas económicas, están silenciosos respecto a una posible caída. También silenciosos, desafortunadamente, están los candidatos republicano y demócrata Rudy Giuliani y Hillary Clinton.
Tan obsesionado con su imagen de haber estado en la vecindad de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, Giuliani parece felizmente inadvertido de que haya una cosa tal como la economía.
Aunque Clinton habla de la necesidad de equidad económica, tiene pocas propuestas concretas para llevarnos hacia allí. Ella también debe cargar con cierto grado de asociación con las fallidas políticas de la administración de su marido, las cuales nos trajeron un dolar fuerte, la burbuja de las punto com y el NAFTA, todo lo cual llevó al estallido de 2000-2002 y a la tercerización de cantidades enormes de empleos industriales estadounidenses.
El único republicano que habla de amplios asuntos económicos es Ron Paul, quien pidió que la Reserva Federal fuera abolida como un paso hacia la sanidad financiera. Veremos cómo el Dr. Paul, una apuesta arriesgada por decir lo mínimo, se ubica en la primarias republicanas. Los hacedores de reyes del partido están aterrados por el creciente apoyo que recibe de las bases.
Del lado demócrata, John Edwards ha establecido sus credenciales al hablar para millones de estadounidenses en la pobreza que han sido abandonados y está ampliando su mensaje para incluir a la clase media también. Al final del pobreza-tour de tres días a Appalachia, Edwards dijo en un discurso del 18 de julio en Prestonburg, Kentucky, "Esta causa, esta marcha en la que estamos, no es sólo por los pobres. Todos están en peligro. Todos son vulnerables."
El candidato Barak Obama también ha descubierto el tema antipobreza, mientras que el congresal Dennis Kucinich ha estado consistentemente enfatizando ideas sobre reforma económica mientras propone la creación de empleos a través de propuestas tales como la del Banco Federal de Modernización de la Infraestructura.
Por lo tanto hay esperanza de que la campaña presidencial de 2008 pueda enfocarse en temas reales. De hecho, al tiempo de este escrito, parecería que una fórmula demócrata consistente en Edwards-Obama o Edwards-Kucinich podría traer la urgencia del cambio a la palestra, especialmente si la economía empeora en gran manera en los próximos meses.
Cuan profundamente cualquiera de los candidatos penetrará en su análisis es otra cuestión. La economía de EE.UU. está gimiendo bajo una total carga social de deuda para individuos, hogares, negocios y el gobierno de más de u$s 45 billones. Hay una brecha entre el ingreso personal y el PBI de más de u$s 3,5 billones por año, con la gente teniendo que tomar cada vez más hipotecas sólo para cubrir las necesidades básicas. Con tantos empleos tercerizados en el extranjero, nuestra población ya no puede ni aproximarse a ser capaz de comprar la cantidad de bienes y servicios necesarios para sostener la economía.
La verdadera respuesta es una completa reforma monetaria.
Desde los años '70, la Reserva Federal, actuando como un agente para el sistema bancario, ha estado tratando de manejar el asunto bajo la rúbrica de "monetarismo". Este es el sistema por el cual la Reserva Federal intenta regular la economía subiendo y bajando las tasas de interés.
Damos por hecho este sistema, aunque, históricamente hablando, es una innovación bastante reciente y a pesar del hecho de que ha sido un fracaso total. El monetarismo reemplazó a la economía basada en la producción por una basada en la deuda. Esto ha causado que el crecimiento de la industria financiera sobrepase al de las otras, con ganancias excediendo los u$s 500 mil millones en 2006.
Además, las tasas de interés, en promedio, han sido generalmente más altas bajo el monetarismo que en épocas anteriores. La afirmación de la Reserva Federal de que mayores tasas de interés contienen la inflación se contradice por el hecho de que durante el "reinado del error" monetarista, la inflación erosionó el valor del dólar en más de un 80 por ciento.
Incluso, desde la recesión inducida por la Reserva Federal en 1979-1983, cada período de "crecimiento" económico bajo el sistema monetarista ha sido una burbuja creada por los bancos.
Tuvimos la burbuja de adquisiciones-compras-fusiones de los '80, finalizando con el crash del mercado accionario en 1987 y la recesión que duró todo el período del Presidente George H.W. Bush. Después vimos la burbuja de las Punto-Com de los '90 bajo la presidencia de Bill Clinton, finalizando con la recesión de 2000-2002.
Luego, bajo George W. Bush, vino la burbuja inmobiliaria, la cual ahora se está desinflando con la exposición del mercado subprime (no calificado) infestado de fraude. La presente burbuja de capitales-acciones, con un mercado accionario sobrevaluado marcando récords nunca vistos, será probablemente la próxima en estallar.
Entretanto, con el derrumbe de nuestras infraestructuras públicas y privadas, no queda ningún conductor de buena fe en la economía de EE.UU., excepto las pequeñas tarjetas plásticas en las billeteras de los consumidores. El hecho de que el dinero prescindible y las cuentas de cheques, medidas por la Reserva Federal como M1, hayan estado declinando en el último año, muestra que la economía consumista ya está en una recesión.