lunes, 30 de noviembre de 2009

Mitos y verdades: China y la atadura al dólar


La verdad detrás de la atadura al dólar de China

por Peter Schiff
Durante la visita de alto nivel del Presidente Obama a China esta semana, la más frecuentemente discutida, empero la menos entendida, el tópico fue cómo las valuaciones de la moneda están afectando la relación económica entre los Estados Unidos y China. El problema central es la política del gobierno chino de fijar el valor del renminbí respecto al dólar estadounidense. Mientras muchos correctamente perciben que esta "atadura" ha contribuido grandemente a los actuales desequilibrios globales, pocos comprenden cabalmente las ramificaciones que ocurrirían si esa "atadura" debiera ser descartada.
Lo comúnmente comprendido es tanto incompleto como ingenuo. La mayoría de los analistas simplemente ven a la atadura como el arma principal de China en una lucha económica por el dominio global. La atadura, argumentan, ofrece a China una ventaja competitiva al hacer sus productos más baratos en los mercados estadounidenses, permitiendo así a las firmas chinas acaparar una porción del mercado y robar empleos a los fabricantes de EE.UU. El pensamiento es que si China dejara que su moneda se aprecie, los fabricantes estadounidenses recuperarían su perdida posición, y tanto las firmas manufactureras como los empleos asociados a ellas retornarían. En esta narración, la lucha se centra en la disminuida influencia de los Estados Unidos en persuadir a los chinos a que abandonen su injusto armamento. Es un cuadro simpático, pero cuenta la historia equivocada.
Mientras que la atadura ciertamente es responsable de muchos de los problemas del mundo, su abandono causaría una severa penuria en los Estados Unidos. De hecho, para los EE.UU, des-atar causaría el equivalente económico de un paro cardíaco. Nuestra economía actualmente se mantiene con vida debido al flujo interminable de deuda financiada desde China. Estas compras son los medios mediante los cuales China mantiene el valor relativo de su moneda frente al dólar. Mientras el dólar soporta una cada vez mayor presión descendente, las compras de China deben incrementarse para evitar que el renminbi se aprecie. Al mantener la atadura, China permite que nuestros políticos y ciudadanos continúen gastando más de lo que tienen y evitar las opciones duras necesarias para restaurar nuestra salud económica a largo plazo.
Contrariamente a la sabiduría popular, cuando China suelte la atadura, los beneficios inmediatos fluirán hacia los chinos, no hacia los estadounidenses. Sí, los precios por los bienes chinos subirán en los Estados Unidos - pero también lo harán los precios de los bienes domésticos. Como corolario, los chinos verán caídas de precios en todo el espectro. Como cualquiera que haya salido alguna vez de compra o de shopping lo puede explicar, precios bajos son una cosa buena.
Adicionalmente, el crédito se expandirá en China mientras aquí se contrae. Cuando China abandone la atadura, no tendrá más necesidad de hinchar sus reservas de divisas mediante la compra de Títulos del Tesoro de EE.UU. u otros instrumentos de deuda nominados en dólares estadounidenses. Otras naciones no sentirán más la presión de evitar que sus monedas se aprecien, por lo que ellas también podrían sofocar sus onerosas compras de dólares.
Mientras la demanda caiga tanto por los dólares como por los títulos del Tesoro, los precios y las tasas de interés en los Estados Unidos subirán. Crecientes tasas restringirán el flujo de crédito que actualmente está financiando al gobierno y a los gastos de consumo. Este cambio finalmente forzará una largamente retrasada declinación en la toma de préstamos. Por lo tanto, no sólo los estadounidenses perderán acceso al crédito para consumo que financia sus actuales gastos, sino que las cosas que compren se harán también más caras.
Nuestra pérdida a corto plazo estará en franco contraste con la ganancia sentida por los extranjeros, quienes serán recompensados con precios al consumidor en caída y una más abundante provisión de capital de inversión. En otras palabras, el nivel de vida estadounidense caerá mientras el de nuestros socios comerciales subirá.
Sin embargo, esto no significa que yo quiera que los chinos mantengan el status quo. A la larga, la economía de EE.UU. se beneficiará del abandono de un sistema que garantiza nuestra dependencia e inevitable declive. Des-atar forzará la mano de los políticos de EE.UU. hacia la persecución de políticas realistas. Los chinos volverán al sentido común eventualmente porque está en su interés hacerlo así. Mientras tanto, cuanto más tiempo se mantenga la atadura, más endeudados nos ponemos, más fuera de balance crece nuestra economía y más se contrae nuestra base industrial. En resumen, cuanto más esperen, más pronunciada será nuestra caída.
Un dólar más débil valuará muchos productos importados más allá del alcance de la mayoría de los estadounidenses, dándole a nuestro vaciado sector manufacturero la oportunidad de resurgir. Sin embargo, si nuestra industria tiene alguna oportunidad de salir de la lona, debemos reducir impuestos, revocar las regulaciones, reformar nuestro engorroso sistema legal y, lo más importante, rellenar nuestros ahorros para financiar la necesaria inversión de capital.
Si nos posicionamos para lidiar con las consecuencias, un duro amor desde China proporcionará un camino de regreso al genuino crecimiento económico. Sin embargo, si nuestros políticos continúan leyendo mal el problema y empujándonos aún más en el rojo, el inevitable "rebalanceo" podría ser verdaderamente ruinoso.